SAFARIS CON FIERAS DE CIRCO
LA FINCA Lunares, de Badajoz, ponía a tiro lobos, linces, tigres, leones... Pero no ha sido la primera vez que tal animalada ocurre en España: «safaris park» convertidos en mataderos nocturnos, leones de circo inválidos llevados a Angola para cazarlos como si fueran salvajes...
Sus negocios no le dejan tiempo para ir a ese safari cinegético en Africa con el que siempre soñó? ¿Le dan pereza los viajes? ¿No quiere vacunarse de fiebre amarilla o tomar la profilaxis contra la malaria? ¿Cazar en el extranjero se sale de su presupuesto? ¿Le gustaría tumbarse sobre una piel de tigre delante de su chimenea pero le da miedo enfrentarse, en plena selva asiática y en igualdad de condiciones, al colosal felino? No se preocupe, tenemos la solución: si usted no puede ir a por las fieras, se las traemos a España. Contacto: Manuel Domínguez. Finca Lunares. Monterrubio de la Serena, Badajoz.
Este anuncio imaginario no lo es tanto. Los nombres, por ejemplo, son auténticos. Y es que hasta el pasado sábado se podía contratar una cacería de leones y tigres en una finca extremeña. Algo sorprendente si pensamos que leones sólo se encuentran en Africa, desde el sur del Sahara hasta Sudáfrica, excepto unos pocos cientos de ejemplares recluidos en el bosque de Gir (India). Y que los tigres se reparten por varios países asiáticos: India, Nepal, Bután, Bangladesh, Birmania, Tailandia, Rusia, tal vez Vietnam y China.Teniendo en cuenta que los últimos leones o tigres ibéricos se extinguieron hace decenas de miles de años, cuando se habla de cazar estos felinos en España sólo podemos pensar en una gran estafa. En cazadores sin escrúpulos disparando sobre animales en cautividad. Tiro al peluche. Un negocio sórdido que mezcla varios delitos: caza furtiva, tráfico de especies protegidas, fincas fraudulentas, armas en situación irregular, taxidermistas ilegales...
La historia que acaba de explotar comenzó hace tiempo, cuando Manuel Domínguez, 41 años, pensó que el uso para el que estaba registrado su coto extremeño de 70 hectáreas (caza de zorzales) se le quedaba pequeño. ¿Por qué limitarse a pajarillos cuando la naturaleza nos regala especies de mayor valor cinegético, desde lobos a leones? Un comentario de bar, entre copas de coñac, que va tomando cuerpo cuando alguien dice que sobran leones y tigres. Que en los zoológicos tienen que esterilizarlos, que los circos ya no los quieren, y que por poco (menos de 100.000 pesetas) se puede comprar un cachorro o un macho viejo. La bombilla se enciende en la cabeza del desalmado gestor cinegético: considerando lo que cuesta cazar un león en, por ejemplo, Sudáfrica (10.000 dólares más viaje y 500 dólares día de gastos), ¿qué pasaría si comprase un león a un circo, lo soltase en un vallado y vendiese la cacería a unos señoritos de Madrid? Dicho y hecho.
No se sabe cuándo empezaron estas matanzas clandestinas, ni cuántas especies protegidas han sido fusiladas. Se habla de lobos blancos (tal vez del norte de Europa), de linces (seguramente rojos, una de las dos especies norteamericanas) y por supuesto de tigres y leones, las estrellas de los safaris extremeños. También se habla de precios. Dicen que un extranjero pagó cinco millones de las viejas pesetas por abatir a un tigre, que los lobos costaban 24.000 euros, pero que por los leones nadie paga más de 5.000.El cántaro del emprendedor empresario se rompió el pasado sábado, cuando 20 agentes de la Guardia Civil se presentaron en el coto de Lunares y cazaron al propietario de la finca, a su hijo de 16 años, a dos guardas y a tres Hemingways de pacotilla.
Los valientes cazadores habían matado a un tigre con dos disparos de una carabina del calibre 22, un arma pequeña con la que no está permitido cazar. «Y con la que ningún cazador se enfrentaría a nada más grande que un gato», asegura un armero madrileño.La Guardia Civil interrumpió la ceremonia posterior a los tiros: fotografiarse junto al cadáver, despellejarlo y trasladar la piel a un taxidermista sin escrúpulos. También se han descubierto en una fosa común cadáveres descabezados de lo que parecen ser linces, lobos y un tigre. En unas jaulas camufladas con ramas, un tigre adulto y un cachorro de león esperaban el momento de ser ajusticiados.
El cazador que dispara a un león, un tigre o un lince en la Península Ibérica no puede ser considerado cazador. Es un asesino, un furtivo o un escopetero. Ecologistas y cazadores coinciden en esto. Se trata de una rareza que no pasa de ser una anécdota incluso si se la compara con los problemas habituales de la caza. En este país, donde hay más de un millón de cazadores, las actividades cinegéticas mueven cada año un billón de las antiguas pesetas y generan más de 150.000 empleos. Sólo Extremadura ha otorgado más de 70.000 licencias (2.018 son para portugueses y 870 para italianos). Pero únicamente el 20% de los cazadores españoles puede permitirse la caza mayor, la más costosa.
POCA CAZA SALVAJE
Demasiado plomo para un país donde cada vez hay menos caza salvaje y más empresas que se dedican a la gestión de granjas de especies cinegéticas. El Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil (Seprona) recuperó en 2004 un total de 1.843 especies protegidas por el convenio sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas (Cites).
En el mundo de la caza abunda la picaresca. Empresas organizadoras de safaris y cazadores profesionales coinciden en que no es la primera vez que se cazan especies exóticas en España. Y que no será la última. Nadie quiere dar nombres, pero tampoco dejar de contar alguna historia extravagante. Como la del cazador catalán que soltó en su finca andaluza diversas especies de fauna africana que había comprado en un conocido zoológico extremeño.
Al amanecer, el tipo se vestía de safari, salacot incluido, se despedía ceremoniosamente de su familia, y se metía en el cercado con rifle y canana de balas. «Si no he vuelto al anochecer, avisad a la policía», decía. Las sonrisas pasan a carcajadas cuando el narrador asegura que dentro de las alambradas sólo había impalas, cebras y algún ñú, y que el temerario cazador siempre estaba en casa a la hora de comer.
Otras historias no son tan divertidas. Como la de un famoso safari park que, en ocasiones y al cerrar sus puertas al público, se convertía en cazadero privado. Sus propietarios, gente con nombre en el mundo de los negocios y la prensa del corazón, terminaban algunas de sus juergas embrutecidos por el alcohol y disparando a los animales. Desde un pueblo cercano escuchaban los tiros nocturnos, y los empleados del centro tenían que trocear al amanecer los cadáveres para que sirvieran de alimento a los supervivientes.
Un prestigioso cazador recuerda que el fraude de la caza mayor en España va más allá de nuestras fronteras. Según él, algunos de los leones que se cazan en Africa sólo han pisado ese continente horas antes de su muerte. Y cuenta la historia de un barco con destino a Angola que, cargado de chatarra, hizo escala en Valencia.Durante la parada alguien subió a cubierta una jaula con leones que un circo había abandonado. Algunos murieron durante el viaje.A los supervivientes los recogió un organizador de safaris.Terminaron abatidos por un cazador que los pagó y rastreó como si fueran salvajes.
Fuente: Diario El Mundo.Suplemento Crónica. 11/12/05
Es largo, pero creo que vale la pena leerlo.
Saludos
LA FINCA Lunares, de Badajoz, ponía a tiro lobos, linces, tigres, leones... Pero no ha sido la primera vez que tal animalada ocurre en España: «safaris park» convertidos en mataderos nocturnos, leones de circo inválidos llevados a Angola para cazarlos como si fueran salvajes...
Sus negocios no le dejan tiempo para ir a ese safari cinegético en Africa con el que siempre soñó? ¿Le dan pereza los viajes? ¿No quiere vacunarse de fiebre amarilla o tomar la profilaxis contra la malaria? ¿Cazar en el extranjero se sale de su presupuesto? ¿Le gustaría tumbarse sobre una piel de tigre delante de su chimenea pero le da miedo enfrentarse, en plena selva asiática y en igualdad de condiciones, al colosal felino? No se preocupe, tenemos la solución: si usted no puede ir a por las fieras, se las traemos a España. Contacto: Manuel Domínguez. Finca Lunares. Monterrubio de la Serena, Badajoz.
Este anuncio imaginario no lo es tanto. Los nombres, por ejemplo, son auténticos. Y es que hasta el pasado sábado se podía contratar una cacería de leones y tigres en una finca extremeña. Algo sorprendente si pensamos que leones sólo se encuentran en Africa, desde el sur del Sahara hasta Sudáfrica, excepto unos pocos cientos de ejemplares recluidos en el bosque de Gir (India). Y que los tigres se reparten por varios países asiáticos: India, Nepal, Bután, Bangladesh, Birmania, Tailandia, Rusia, tal vez Vietnam y China.Teniendo en cuenta que los últimos leones o tigres ibéricos se extinguieron hace decenas de miles de años, cuando se habla de cazar estos felinos en España sólo podemos pensar en una gran estafa. En cazadores sin escrúpulos disparando sobre animales en cautividad. Tiro al peluche. Un negocio sórdido que mezcla varios delitos: caza furtiva, tráfico de especies protegidas, fincas fraudulentas, armas en situación irregular, taxidermistas ilegales...
La historia que acaba de explotar comenzó hace tiempo, cuando Manuel Domínguez, 41 años, pensó que el uso para el que estaba registrado su coto extremeño de 70 hectáreas (caza de zorzales) se le quedaba pequeño. ¿Por qué limitarse a pajarillos cuando la naturaleza nos regala especies de mayor valor cinegético, desde lobos a leones? Un comentario de bar, entre copas de coñac, que va tomando cuerpo cuando alguien dice que sobran leones y tigres. Que en los zoológicos tienen que esterilizarlos, que los circos ya no los quieren, y que por poco (menos de 100.000 pesetas) se puede comprar un cachorro o un macho viejo. La bombilla se enciende en la cabeza del desalmado gestor cinegético: considerando lo que cuesta cazar un león en, por ejemplo, Sudáfrica (10.000 dólares más viaje y 500 dólares día de gastos), ¿qué pasaría si comprase un león a un circo, lo soltase en un vallado y vendiese la cacería a unos señoritos de Madrid? Dicho y hecho.
No se sabe cuándo empezaron estas matanzas clandestinas, ni cuántas especies protegidas han sido fusiladas. Se habla de lobos blancos (tal vez del norte de Europa), de linces (seguramente rojos, una de las dos especies norteamericanas) y por supuesto de tigres y leones, las estrellas de los safaris extremeños. También se habla de precios. Dicen que un extranjero pagó cinco millones de las viejas pesetas por abatir a un tigre, que los lobos costaban 24.000 euros, pero que por los leones nadie paga más de 5.000.El cántaro del emprendedor empresario se rompió el pasado sábado, cuando 20 agentes de la Guardia Civil se presentaron en el coto de Lunares y cazaron al propietario de la finca, a su hijo de 16 años, a dos guardas y a tres Hemingways de pacotilla.
Los valientes cazadores habían matado a un tigre con dos disparos de una carabina del calibre 22, un arma pequeña con la que no está permitido cazar. «Y con la que ningún cazador se enfrentaría a nada más grande que un gato», asegura un armero madrileño.La Guardia Civil interrumpió la ceremonia posterior a los tiros: fotografiarse junto al cadáver, despellejarlo y trasladar la piel a un taxidermista sin escrúpulos. También se han descubierto en una fosa común cadáveres descabezados de lo que parecen ser linces, lobos y un tigre. En unas jaulas camufladas con ramas, un tigre adulto y un cachorro de león esperaban el momento de ser ajusticiados.
El cazador que dispara a un león, un tigre o un lince en la Península Ibérica no puede ser considerado cazador. Es un asesino, un furtivo o un escopetero. Ecologistas y cazadores coinciden en esto. Se trata de una rareza que no pasa de ser una anécdota incluso si se la compara con los problemas habituales de la caza. En este país, donde hay más de un millón de cazadores, las actividades cinegéticas mueven cada año un billón de las antiguas pesetas y generan más de 150.000 empleos. Sólo Extremadura ha otorgado más de 70.000 licencias (2.018 son para portugueses y 870 para italianos). Pero únicamente el 20% de los cazadores españoles puede permitirse la caza mayor, la más costosa.
POCA CAZA SALVAJE
Demasiado plomo para un país donde cada vez hay menos caza salvaje y más empresas que se dedican a la gestión de granjas de especies cinegéticas. El Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil (Seprona) recuperó en 2004 un total de 1.843 especies protegidas por el convenio sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas (Cites).
En el mundo de la caza abunda la picaresca. Empresas organizadoras de safaris y cazadores profesionales coinciden en que no es la primera vez que se cazan especies exóticas en España. Y que no será la última. Nadie quiere dar nombres, pero tampoco dejar de contar alguna historia extravagante. Como la del cazador catalán que soltó en su finca andaluza diversas especies de fauna africana que había comprado en un conocido zoológico extremeño.
Al amanecer, el tipo se vestía de safari, salacot incluido, se despedía ceremoniosamente de su familia, y se metía en el cercado con rifle y canana de balas. «Si no he vuelto al anochecer, avisad a la policía», decía. Las sonrisas pasan a carcajadas cuando el narrador asegura que dentro de las alambradas sólo había impalas, cebras y algún ñú, y que el temerario cazador siempre estaba en casa a la hora de comer.
Otras historias no son tan divertidas. Como la de un famoso safari park que, en ocasiones y al cerrar sus puertas al público, se convertía en cazadero privado. Sus propietarios, gente con nombre en el mundo de los negocios y la prensa del corazón, terminaban algunas de sus juergas embrutecidos por el alcohol y disparando a los animales. Desde un pueblo cercano escuchaban los tiros nocturnos, y los empleados del centro tenían que trocear al amanecer los cadáveres para que sirvieran de alimento a los supervivientes.
Un prestigioso cazador recuerda que el fraude de la caza mayor en España va más allá de nuestras fronteras. Según él, algunos de los leones que se cazan en Africa sólo han pisado ese continente horas antes de su muerte. Y cuenta la historia de un barco con destino a Angola que, cargado de chatarra, hizo escala en Valencia.Durante la parada alguien subió a cubierta una jaula con leones que un circo había abandonado. Algunos murieron durante el viaje.A los supervivientes los recogió un organizador de safaris.Terminaron abatidos por un cazador que los pagó y rastreó como si fueran salvajes.
Fuente: Diario El Mundo.Suplemento Crónica. 11/12/05
Es largo, pero creo que vale la pena leerlo.
Saludos